martes, 22 de julio de 2014

Al mal tiempo, cara bonita

Pedro Sánchez (izquierda) y Matteo Renzi (dcha). Fuente: RTVE y Riparte il futuro 

     Que la socialdemocracia europea está en crisis no es un secreto para nadie, ni siquiera para los principales dirigentes de los partidos de centro-izquierda, que han visto cómo la crisis ha afectado, no sólo a sus propuestas, sino también a las personas capaces de llevarlas a cabo. Una crisis de ideas que ha motivado el anquilosamiento de estos partidos dentro de lo que podríamos llamar “la vieja política”, que refleja una generación de propuestas obsoletas y oxidadas incapaces de dar respuestas eficaces a los complejos problemas del presente. Esta “vieja política” trae además consigo una generación de políticos con un discurso conservador, que prefiere hacer pequeñas reformas “make-up” en las políticas públicas, pero vade retro si se trata del sistema político sobre el cual se asientan.
       De esta manera, a nadie extraña que hayan surgido a la izquierda de los partidos socialdemócratas otros partidos más innovadores, con nuevas a e interesantes propuestas (aunque con precaución) y, sobre todo, nuevos líderes más jóvenes capaces de transmitir estas propuestas y de conectar de nuevo con el electorado, cubriendo el espectro de la izquierda. Las nuevas generaciones de votantes no pueden sentirse identificados con una vieja política que no desea cambio alguno. Ante el neoliberalismo que asola Europa, los jóvenes piden otras propuestas para conseguir una Europa más social y más justa, y partidos políticos como Podemos, liderado por el carismático profesor de Universidad Pablo Iglesias, están consiguiendo captar este voto joven.
         En este contexto, muchos de los partidos socialistas europeos se han aplicado la celebérrima máxima unamuniana de “renovarse o morir”. Ante el desplome de votos en las pasadas elecciones europeas del 25 de mayo, el PSOE ha mirado con buenos, e inevitables, ojos el proceso de cambio político dentro del propio partido. Así, la cúpula del PSOE se ha preguntado: ¿Cuál es el modelo a seguir? ¿Qué partido socialdemócrata está obteniendo buenos réditos con su proceso de cambio? Y la respuesta la encontraron no muy lejos: en Italia. Y en concreto, en una figura que está adquiriendo gran relevancia en el panorama político europeo: Matteo Renzi.
        Este joven político italiano saltó a la fama en 2009 cuando con tan sólo 34 años, se convirtió en el alcalde de la urbe de Florencia. Sin embargo, 2012 constituyó el año clave en su carrera política, ya que se celebraron las primarias a presidir el Partido Democrático (integrado dentro de los socialistas europeos). Renzi era considerado una joven promesa de la política italiana, pero fue derrotado por el veterano líder de la vieja política, Pier Luigi Bersani. Las elecciones generales de 2013 arrojaron un resultado desigual para el Partido Democrático, ya que consiguieron mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, pero no lo fue así en el Senado, cámara conservadora por excelencia. La incapacidad para tomar decisiones tan trascendentales como formar gobierno o elegir al Presidente de la República Italiana le llevó a dimitir de su cargo de Secretario General del Partido Democrático, cargo al cual accedió Matteo Renzi inmediatamente tras ganar unas nuevas elecciones primarias con una amplia mayoría.
          Tras una nueva dimisión de Enrico Letta como Primer Ministro italiano, el Presidente de la República, Giorgio Napolitano, con el consentimiento de las cámaras, nombró a Matteo Renzi Primer Ministro de Italia. A partir de ahí, el camino de Renzi se ha labrado fructuosamente gracias a un ambicioso programa de reformas, no ya en el sistema económico (mayor flexibilidad fiscal), sino en el sistema político, ya que Renzi entiende que es inconcebible el funcionamiento de un país sin la existencia de un sólido y estable sistema político. Así, desde que llegó al cargo, ha apostado por el relevo generacional en la política italiana, y por rediseñar el sistema institucional (por ejemplo, eliminar las excepciones del bicameralismo perfecto). La gran legitimidad que le han dado los buenos resultados en las elecciones europeas le han catapultado hacia la cima política, encarnándose como la figura del político joven y preparado.
         Así, muchos han querido ver en Pedro Sánchez, nuevo Secretario General del PSOE, el “Matteo Renzi español”. Y no les falta razón. Sánchez, como Renzi, también apuesta por una reforma completa del sistema político como solución a muchos de los problemas de España. Sánchez busca reformar la Ley de Partidos Políticos para introducir elementos de democracia interna, limitar los mandatos, y favorecer el relevo generacional en la política.
       Sin embargo, la gran diferencia entre ambos estriba en la posición de poder que albergan sus respectivos partidos, pues mientras Renzi cuenta con una clara mayoría y cierto respaldo social, el PSOE de Pedro Sánchez aún no cuenta con una mayoría que le permita gobernar. La meta actual de Pedro Sánchez es intentar recuperar el voto del antiguo socialista de izquierda, que ha emigrado su voto hacia Izquierda Unida, o hacia la nuevo formación política Podemos. El camino a partir de ahora no va a ser coser y cantar para el PSOE. A la ciudadanía no le basta con una cara bonita. Sánchez tiene ahora que aportar credibilidad con sus proyectos y con su nueva ejecutiva, y por ello las elecciones autonómicas y municipales de 2015 van a ser determinantes para el futuro político del PSOE.
       En definitiva, los ejemplos de Pedro Sánchez y Matteo Renzi nos muestran que se está produciendo un importante cambio político en Europa, y el acento viene puesto en la renovación de los partidos socialdemócratas. Las buenas ideas y los proyectos serios respaldarán o darán la espalda a estos futuros líderes, que aunque ya están en la primera línea de salida, aún les falta pegar el sprint y consolidarse en la política. No obstante, el PSOE, y particularmente Pedro Sánchez, ya tienen un buen modelo a seguir, y no harían mal en estudiar a fondo los pasos de Renzi y acercar posturas con la nueva política italiana, sin caer en el “copia y pega”. La pretendida genuinidad de Pedro Sánchez tendrá que demostrar que no se limita a seguir ejemplos, sino a crearlos.
                

lunes, 7 de julio de 2014

Los "sanfermines" pero fraternales socialistas

        
Los tres candidatos (de izda a dcha): Madina, Sánchez y Pérez Tapias. Fuente: AFP

        Tradicionalmente, el 7 de julio es el día en el que dan comienzo los Sanfermines, donde los participantes corren desesperadamente para salir indemnes de las acometidas de los furiosos astados que también luchan entre ellos por ser el primero en llegar triunfante al ruedo. Unas cuantas horas después, a las 1 de la tarde se celebraba en la calle Ferraz de Madrid el primer debate entre candidatos a Secretario General del Partido Socialista Obrero Español, un debate que prometía ser histórico, pues nunca antes había tenido lugar un acontecimiento político de tales características en nuestro país, de ahí que la expectación generada haya sido grande. Se preveían unos grandes “Sanfermines” socialistas, en los que se darían una lucha dialéctica entre los tres candidatos, Pedro Sánchez, José Antonio Pérez Tapias y Eduardo Madina.
            Sin embargo, los tres grandes toros que parecían bravos, se han visto transformados en fraternales abantos. Es cierto que es el primer debate intra-partido que se celebra en nuestro país, pero daba la impresión de haberse celebrado de manera muy improvisada, sobre la marcha, no dando tiempo (tan sólo 115 minutos) a que los aspirantes confronten ideas y el espectador, o futuro votante, pueda ver con claridad cuáles son las propuestas de cada candidato. En un espacio tan reducido de tiempo, era normal que los tres postulantes a ocupar el cargo de Secretario General terminarán dándose la razón los unos a los otros y haciendo confluir las propuestas para vertebrar un mensaje de unidad con el cual presentarse al electorado.
            Empezaba a defender su postura el “militante de base” Pedro Sánchez, que a priori parte como favorito para acceder a la Secretaría General por el hecho de haber recogido un mayor número de avales que sus contrincantes (o compañeros, en el argot socialista). Sánchez se presentaba hoy como el candidato más moderado, y ha respondido con creces a esta etiqueta. Se le ha visto como el más seguro de los tres, y el que para el elector transmitía un mensaje de mayor mesura y cercanía. Decidido a transformar la realidad política del país, con propuestas interesantes (como una iniciativa legislativa para regular la “muerte digna”) y con algunas propuestas improvisadas y algo demagógicas que para el votante pueden sonar bien, pero alejadas de cualquier tipo de inteligencia política, como la supresión absoluta del aforamiento de los diputados (algo que inteligentemente ha sido reprobado por Eduardo Madina), ya que la inmunidad penal es fundamental y conditio sine qua non para el buen ejercicio político.
            El segundo candidato, Eduardo Madina, partía como favorito antes de que se hiciera oficial el resultado de los avales recogidos por los diferentes candidatos y que ahora ha perdido algo de fuelle en la carrera por ocupar el sillón de Secretario General del PSOE, y después de lo de hoy vemos por qué. A pesar de que muchas de las propuestas que planteaba Madina para el conjunto de España son bastante inteligentes y están correctamente planteadas, en cambio las propuestas planteadas para transformar pueden hacerle no sólo perder muchos votos, sino además ganarse ciertas enemistades de las cúpulas del partido, a pesar de lo democrático de sus propuestas, pero quizá algo radicales. Tal vez por esta difícilmente superable contradicción, Madina se ha presentado muy nervioso a este debate, lo cual se podía ver en su agresiva gesticulación, cosa que al elector puede no gustarle demasiado. No obstante, Eduardo Madina ha jugado bien sus cartas y ha sabido poner en evidencia en muchas ocasiones a su mayor rival, Pedro Sánchez.
            El tercero en discordia (o primero en concordia, como diría él) ha sido José Antonio Pérez Tapias, líder de la rama de Izquierda Socialista, el ala más marxista del PSOE, que parece no tener ninguna posibilidad de ganar el domingo 13 de julio, pero que ha servido para reintroducir el ideario de Izquierda Socialista en plena ebullición de ideas en el seno del PSOE. Podría parece el más radical de los tres, y de hecho, hoy se ha presentado con un discurso diferenciado del de Madina y Sánchez, pero a la vez también relajado de ideas que probablemente considerarían más alejamiento del militante socialista, de ahí que haya intentado buscar puntos comunes con ambos candidatos, aunque más con Madina que con Sánchez, eso sí.
            Como hemos dicho, el debate se ha celebrado en líneas generales, sin que cada candidato se haya podido pronunciar de una forma más concreta en cada uno de los temas fundamentales, tales como la corrupción la conformación territorial del Estado, aunque sí han dado pequeños retazos. Mientras que Madina y Sánchez apuestan por la reforma constitucional, Pérez Tapias se atreve a dar el paso y sugiere convocar, de manera legal, un referéndum consultivo a la sociedad catalana. Los tres han confluido en que España necesita convertirse en un Estado federal, pero han faltado elementos cognoscitivos para vislumbrar exactamente cuál es el modelo federal que los tres candidatos quieren para España. ¿Unir desuniendo o desunir uniendo? Parece que para todos, la propuesta federal es clave, pero nadie en el Partido Socialista sabe a ciencia cierta cómo debe ser ese federalismo del que todos tanto hablan y con el que tantos se llenan la boca.

            En definitiva, el PSOE ha dado hoy un gran paso en cuanto a cultura política se refiere, pero ha sido un paso frágil e insuficiente. El próximo 13 de julio, todos los militantes socialistas serán convocados a las urnas para decidir quién ocupará el trono del centenario partido: Sánchez, Madina o Pérez Tapias. El resultado no sólo arrojará una cara bonita. El próximo Secretario General del PSOE tendrá que partirse la cara para resolver los problemas del partido, unirlo y, sobre todo, preparar fuerzas para las elecciones generales del año que viene. Todo ello pasando por las trascendentales elecciones municipales de mayo de 2015, importantísima prueba de fuego para un PSOE que ya vio cómo Rubalcaba salió tocado y hundido de las elecciones europeas.  La ciudadanía ya no está dispuesta a aceptar cualquier cosa que le venga dada, y no le bastan proyectos edulcorados ni caras bonitas. Se necesitan hechos, y el PSOE tiene un gran trabajo encima para quitarse la losa del inmovilismo que le ha caído encima. Veremos si este toro tiene más cosas que embestir.