martes, 3 de junio de 2014

República vs. Monarquía: de mi idea de la democracia

Fotografía del diario Ideal, donde se refleja la manifestación por la III República del 2 de junio

           Ayer, día 2 de junio de 2014, recibimos una noticia totalmente inesperada: Su Majestad el Rey, Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, abdica en la figura de su hijo Felipe que, a la larga, podría convertirse en Felipe VI. En pocos momentos, no tardó en surgir el clásico debate sobre la dicotomía entre Monarquía y República como forma de Estado.
Me gustaría traer a colación mis reflexiones sobre dicho debate, y sobre muchas de las mentiras que se quieren verter aquí acerca de las pretensiones de quienes defendemos una República de forma consciente y activa.
Una República no es sólo una bandera, no son sólo tres colores, un escudo, es algo más que eso. La República es una forma de concebir la democracia y de extenderla a toda la sociedad.
El problema viene cuando se trata de deslegitimar a una y otra parte asociándolas a figuras pasadas y a ideologías. Y supongo que ya saben a lo que me refiero: a la clásica asociación República-Izquierda y Monarquía-Derecha. Señores, para su propia supervivencia y legitimidad, un Estado es y debe ser ajeno a cualquier tipo de ideología, pero parece que muchos quieren identificar a los republicanos como "perroflautas rojos y comunistas" para seguir perpetuando su situación y elevarse como poseedores de "la paz democrática", y dejarnos como "anti-democráticos", cuando precisamente queremos una República para demostrar todo lo contrario.
Ustedes pueden elegir entre Juan Carlos motor de la Transición, o Juan Carlos elegido por el Caudillo. Entre Juan Carlos defensor del orden constituciona en el 23-F, o Juan Carlos instigador de dicho golpe. De ustedes depende la opción escogida, de acuerdo a sus identidades, ya sean monárquicos o republicanos. No seré yo el que se introduzca en dicho debate, lo hecho hecho está. Juan Carlos ha tenido un papel importante en la consecución de la democracia, pero a mi parecer, otorgándole todo el protagonismo, se lo estaríamos quitando, arrebatando, usurpando al verdadero motor de la Transición: el pueblo. Un pueblo que se movilizó a favor de la democracia, se posicionó contra el Franquismo y luchó incansablemente para conseguir aquello que hoy, desgraciadamente, estamos perdiendo a pasos agigantados. Un pueblo al que, desde entonces, lo han hecho "juancarlista", y silenciaron su debate acerca de la forma de Estado que querían.
Sí, yo estuve ayer en la concentración (luego derivada en manifestación) que se celebró en todas las capitales de España, no ya sólo para pedir la III República, sino algo muchísimo más importante, y de lo que intencionadamente muchos quieren olvidarse: convocar un referéndum que permita al pueblo decidir en qué tipo de Estado quiere vivir. ¿Hay algo más democrático que un referéndum que permita que el pueblo exprese libremente en las urnas bajo qué marco común de convivencia desean permanecer?
Había todo tipo de pretensiones acerca de la República que todos los que estábamos allí queríamos construir: mientras unos prefieren una República socialista (pretensión totalmente legítima, por otra parte), otros preferimos una República social y democrática de Derecho. Si cabe, mucho más social y mucho más democrática de lo que es actualmente.
Sin embargo, muchos se empeñan en hacernos pensar que queremos revivir el debate de las "Dos Españas" y que queremos iniciar una nueva Guerra Civil. Antes de nada, a pesar de los muchos errores cometidos (y que debemos aprender para no repetir), la II República trajo a España muchos de los avances democráticos más importantes de aquella época, pero ese sueño fue truncado antes de que viera sus frutos, como todos sabemos, por el golpe de Estado del bando nacional la noche del 16 al 17 de julio de 1936.
¿Eso quiere decir que añoremos y queramos volver a tal estado de cosas? En absoluto. Muchos de los que estábamos allí optamos por la famosa "Tercera España", una España que sea ejemplo en el mundo por el desarrollo de sus derechos fundamentales, de sus instituciones, de su democracia.
Por este motivo, no veo por qué muchos recelan de la convocatoria de un referéndum, cuando es la muestra más democrática de la que puede hacer gala un Estado. ¿Tanto miedo hay a lo que el pueblo pueda pensar? No pido una ruptura total con el actual régimen, pido una necesaria evolución que elimine el anquilosamiento de una dinastía en la Jefatura del Estado, y que el próximo Presidente de la República pueda ser elegido entre todos los españoles y españolas, juntos hermanados por un futuro mejor, lleno de paz y democracia.

Por todo ello, mi posición es clara. Yo digo SÍ al referéndum. SÍ a la III República. En definitiva, un SÍ rotundo a la democracia.

Salud y República, amigos.